Había una vez un mercader que tenía una hija muy hermosa a la que todos conocían como Bella. Un mal día aquel mercader tuvo que ir a la ciudad en busca de un nuevo trabajo, pero de vuelta a casa se perdió y fue a parar al castillo de la Bestia. Allí aquel ser extraño dio al mercader una bolsa de monedas de oro a cambio de que fuera su hija Bella quien permaneciera en el castillo. Así fue como Bella conoció a la Bestia.